viernes, 8 de enero de 2010

FRANCISCO DE MIRANDA.

Un bolivariano antes de Bolívar




ABC Francisco de Miranda, según su compatriota Alberto Michelena


Viernes , 08-01-10


POR MANUEL DE LA FUENTE


MADRID. La mayoría de los hombres la sufren, la padecen. La ven pasar por delante de sus ojos sin tener la más mínima posibilidad de cambiar una coma. Es la Historia, una maquinaria capaz de doblegar el ánimo más musculoso. Pero hay hombres, pocos, es cierto, que han nacido no sólo para cambiarla, sino también para hacerla. Hombres como Francisco de Miranda, un español de Venezuela, hijo de canario y criolla, que prendió la mecha de la emancipación de nuestras colonias hispanoamericanas.


Fue masón, general de la Francia revolucionaria (lo que no impidió que estuviera a punto de ser guillotinado por orden de Robespierre), deslumbró a Bonaparte, fue un capricho sexual de Catalina la Grande, departió con los revolucionarios norteamericanos, con Washington a la cabeza, fue músico, melómano, se trató con Haydn, y su nombre, por orden de Napoleón, está inscrito en el Arco del Triunfo parisino. Por el camino, agavilló una biblioteca de seis mil volúmenes que siempre viajaba con él.


La traición de Bolívar


España lo trató mal, peor, y se dedicó a perseguirle por medio mundo, mientras Miranda picaba de allí y de allá, en los salones y en los burdeles, en las bibliotecas y en las camas, con ansia y poderío hercúleos. En su cabeza bullía un sueño, la creación de los Estados Unidos de América del Sur. Fue escritor, ilustrado, revolucionario y murió preso, traicionado por Bolívar, en un penal de Cádiz.


Miranda es un personaje tan inverosímil como desconocido y protagonista de «Los sueños de un libertador» (Roca Editorial), una apasionante novela de Fermín Goñi. Como ha escrito en estas páginas Juancho Armas Marcelo, «Miranda fue un ilustrado de primera magnitud, un liberal, un romántico, un aventurero, un conspirador, un iluminado, un loco cuya lucidez le acarreó la desgracia de haber podido ser y no ser él mismo Libertador de América y no Simón Bolívar».


Y ése es el reto que se ha propuesto Goñi, tras quedar impactado por el retrato de Miranda pintado por Arturo Michelena que alberga la Galería Nacional de Caracas.


Miranda comenzó su carrera en el Ejército español y participó en acciones decisivas como la batalla de Pensacola, contra los ingleses, durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, o la rendición de las Bahamas el 6 de mayo de 1782, sin disparar un solo tiro. Pero cayó en desgracia y ya durante toda su vida como explica Fermín Goñi arrastró «la gran frustración de que en España lo persiguiera la Inquisición por el simple hecho de leer, que le acusaran falsamente de contrabando y de ser un espía inglés y que por ser americano no pudiera progresar en el ejército como él creía que merecía».


Una biografía de cine


La militar fue sólo una faceta más de una existencia que Goñi considera «una vida de película que, espero, alguien se atreva a llevar al cine. Me produce una tristeza enorme que TVE esté trabajando en una serie sobre los libertadores de América y a Miranda no se le dedique un capítulo. Pero si "tiene" más vida y más cinematográfica que la de Boilívar, San Martín, Sucre y O´Higgins juntos...».


Hace ahora dos siglos, el 31 de julio de 1812, Francisco de Miranda era traicionado por Simón Bolívar y entregado a los españoles. El ilustrado, el revolucionario sólo supo gritar ante tal felonía: «Bochinche, bochinche. Esta gente no sabe hacer sino bochinche». Al final, la Historia muchas veces es tan sólo eso, cambalache, bochinche. Y muchos de los mejores, como Francisco de Miranda acaban en su cuneta.


Fuego en la sangre


LUIS ALBERTO DE CUENCA


Viernes , 08-01-10


De Francisco de Miranda dijo Napoleón que era un Quijote sin locura que llevaba fuego en la sangre. La verdad es que Miranda es un personaje histórico de un interés y de una relevancia tan excepcionales que no comprendo cómo no es más conocido del gran público, sobre todo en España, de donde procedía -su padre fue un acaudalado comerciante canario afincado en Venezuela-, pues aunque se rebeló contra la Madre Patria con un fervor y un odio desmedidos, no por ello deja de ser una figura hispánica típica y tópica, revestida de ese quijotismo que le atribuyó Bonaparte y del que nunca pudo desprenderse del todo. Al menos Fermín Goñi sí ha sabido entregárnoslo entero y verdadero en las casi cuatrocientas páginas de «Los sueños de un libertador», una apasionante novela que se lee con la sensación de autenticidad que transmite lo real, pues la propia vida de Miranda fue tan intensa y novelesca que no hay necesidad de aderezarla con vacuos adornos retóricos, ni decorarla con ficciones que nunca alcanzarían el grado de fascinación que emana de su biografía.


Miranda creyó en la Gran Colombia, una especie de Estados Unidos de América del Sur, pero las disensiones internas de los diferentes caudillos de la Revolución antiespañola convirtieron la idea unitaria del caraqueño en el hervidero de repúblicas que constituye hoy el mundo hispanoamericano. Ya en 1810, según leo en la portada de un libro que me ha regalado José del Río Mons, se escribía en Boston (Massachusetts) sobre el general Francisco de Miranda y su «attempt to effect a Revolution in South America». Sólo falta que este genial visionario que murió en La Carraca (Cádiz) en la cárcel y que siempre viajaba con varios miles de libros como equipaje, cale en el corazón de muchos más españoles, como lo ha hecho en el del navarro Fermín Goñi a juzgar por su magnífica y documentadísima novela.




Silvia Fernández


Fuente:ABC, 8/1/10

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